Nuestros vinos son la fiel expresión de la tierra de Ribera del Duero. Respetamos, cuidamos y mimamos los viñedos, así como el terruño, el paisaje o los ciclos vitales de la uva. Sólo de esta manera, la cepa da lo mejor de sí misma expresando su excepcional terroir.
La recolección de las uvas se realiza manualmente; los racimos son seleccionados por manos expertas, realizando la vendimia en el momento óptimo. Por ello cada vendimia es diferente y nos adaptamos a la Naturaleza sin más: ella manda. Este proceso, unido al equipo humano en la Bodega, nos obsequian con los mejores vinos Montegaredo y Pirámide.
Durante el ciclo anual realizamos diferentes podas para mejorar la salud, el vigor y para regular el viñedo.
Una vez que las uvas llegan a la bodega, los racimos son depositados en la despalilladora, introduciéndose acto seguido en los depósitos de acero inoxidable. Estos depósitos, que se encuentran situados en nuestra Pirámide semienterrada, están dotados de un sistema de control de temperatura y es donde el proceso alquímico de las uvas comienza a desarrollarse.
La fermentación es un proceso que dura entre 8 y 20 días y en el que las uvas van dejando sus mejores componentes. En este tiempo de maceración de la uva con el hollejo (donde se localizan los pigmentos, los aromas y los taninos) se van extrayendo los polifenoles, responsables del magnífico color de nuestros vinos.
Una vez fermentado el vino, tiene lugar la segunda fermentación en ácido málico que tiene lugar en barricas o depósitos.
El siguiente paso es introducir el vino en nuestras barricas de roble francés y americano, situadas en las naves de crianza que albergan una temperatura y humedad adecuadas. En función del tipo de vino que queramos conseguir, el tiempo en barrica varía. Las barricas se dejan en las naves de crianza de la Bodega, realizándose los correspondientes trasiegos.
Llegado el momento que consideramos más adecuado, el vino se embotella, almacenándose en jaulones-botelleros en la nave “dormitorio”, donde los futuros crianzas y reservas esperan el momento de salir al mercado para su disfrute.
El sello de identidad en nuestros vinos “Montegaredo” es el cuidado del proceso de crianza en estas barricas, con la iluminación adecuada de la “nave dormitorio”. La madera cede al vino sus propios taninos y valores organolépticos dando una sensación más agradable y redonda en boca. También es en este tiempo, cuando se desarrollan los aromas a vainilla, chocolate, tostado, humo, café…, dependiendo del tostado de la madera que seleccionamos individualmente teniendo en consideración el tiempo de contacto que pasará el vino con la madera, para que se ajuste a nuestro objetivo: el respeto a las cualidades del vino.